Las cremas solares para bebés son productos cosméticos pensados para proteger a nuestra piel de la acción nociva de los rayos solares. El exceso de radiación es un problema que se traduce en quemaduras en el corto plazo y como fotoenvejecimiento prematuro y cáncer de piel a largo plazo. Y los bebés y niños pequeños son particularmente sensibles a estos problemas.
La radiación que está reconocida como dañina es la radiación ultravioleta, o radiación UV. Esta radiación se separa en tres tipos, de acuerdo a una propiedad llamada longitud de onda:
La ley europea obliga a los fabricantes de protectores solares a centrarse en las radiaciones UVA y UVB porque son los que están bien caracterizados como problemáticos.
Algunas marcas están decantándose también por poner filtros anti radiación infrarroja y visible. Ya que algún estudio parece indicar que los tres tipos de luz inciden en el fotoenvejecimiento, pero no se ha demostrado relación con quemaduras y cánceres como en el caso de la radiación UV.
Las cremas solares para bebés son fundamentales para evitar quemaduras a corto plazo y para evitar consumir el capital solar a largo plazo.
Para el corto plazo diremos que la piel de los bebés es muy sensible a las quemaduras solares. Su piel inmadura que no está tan preparada para su función de defensa como la piel de los niños más grandes o la piel adulta. Unas horas de sol puede que no quemen al mayor de la familia, pero pueden lastimar mucho a la piel de un bebé; de ahí a que se planteen medidas diferentes para los bebés y los niños mayores.
¿Y a largo plazo? La piel humana es capaz de absorber y compensar una cierta cantidad de daño solar a lo largo de la vida, un concepto conocido como capital solar.
Nuestro capital solar no es infinito. Cuanto más jóvenes empezamos a exponernos al sol, más pronto lo gastaremos, con lo que aumentamos el riesgo de lesiones y cáncer de piel. Es fundamental entonces proteger a un bebé del sol para evitar que gaste ese capital solar desde tan jovencito, así lo “estira” hasta bien entrada la adultez.
Primera y principal medida: no exponiéndolos al sol. Las guías de cuidado dermatológico actuales recomiendan no exponer al sol a niños menores de seis meses, y reducir y controlar la exposición solar hasta los tres años.
En el mercado hay varias, entre ellas:
Todas ellas tienen un SPF 50+ para darle a tu bebé la máxima protección posible en una aplicación. Pero recuerda: aunque algunas de ellas puedan ser utilizadas en bebés menores de seis meses, y aunque las apliques siguiendo las instrucciones a la perfección, es importante combinarlas con medidas que eviten la exposición del niño al sol.
Se pueden usar formulaciones especiales con filtros minerales a partir de los 0 o 3 meses, según el producto, pero solo como apoyo y no como medida principal de protección.
Su piel es inmadura, extremadamente sensible, y mucho más fina, por lo que se quema más rápidamente y absorbe más radiación solar que la de un adulto.
Es la capacidad limitada que tiene la piel para resistir el sol a lo largo de la vida. Cuanto antes se exponga un bebé al sol, antes se consume este capital, aumentando el riesgo de problemas cutáneos a largo plazo.
No. Solo las cremas específicamente formuladas para bebés, con filtros minerales, textura suave y sin ingredientes irritantes, son adecuadas para su piel sensible.
No. Aunque tenga SPF 50+, debe reaplicarse cada 2 horas, especialmente si el bebé suda, se moja o se toca con frecuencia la piel.
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